Cuando vine por primera vez a Fuerteventura a principios de los 90, me enamoré inmediatamente de la isla. Naturaleza intacta, playas solitarias y mucho espacio para los que buscan paz y tranquilidad.
En aquella época, muchos de los pueblos todavía tenían caminos de tierra, los lugares de surf estaban vacíos y había muchos peces en el mar. La vida era sencilla y relajada. Rara vez vi residuos de plástico en la costa.
Hoy en día, la mayoría de las carreteras están asfaltadas, los puntos de surf suelen estar abarrotados, hay mucho menos pescado en el mar y, por desgracia, el “Oceanplastic” está ahora en todas partes.
Prefiero hacer algo y actuar en lugar de quejarme, quiero formar parte de un cambio positivo. Quiero poner mi granito de arena para ayudar a limpiar los residuos de plástico y salvar nuestros océanos.
Además de cuestionar mis hábitos, consumir de forma más responsable, esforzarme por reducir, reutilizar y reciclar, empecé a recoger los residuos de plástico después de hacer surf o cuando paseo a mis perros por la orilla.